HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


martes, 6 de junio de 2017

EL PRIMER DÍA DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA FUE UNA DERROTA ALIADA

Más de 150.000 soldados aliados (73.000 norteamericanos y 83.000 británicos y canadienses) desembarcaron en las playas de Normandía el 6 de junio de 1944. Solo en el primer día hubo 16.000 aliados muertos en las playas y 15.400 heridos, en tanto que para los defensores alemanes las bajas fueron 2.000 muertos y 4.000 heridos. Se hundieron 59 buques de guerra aliados, 291 barcazas de desembarco y 127 aviones aliados derribados. El Alto Mando Aliado pensó seriamente en evacuar las playas, Eisenhower y Churchill pensaban que todo iba a terminar en un desastre.

Mapa del ataque a Normandía. Más de 20 mil
hombres murieron en pocas horas.
En el terrible amanecer del 6 de junio de 1944, hace 73 años, la mayor armada reunida jamás emprendía la invasión de Europa desembarcando un ejército inmenso en Normandía. Solo aquel día se contaron 20.000 soldados muertos en las playas y miles de heridos. En la batalla participaron 6.939 navíos, de ellos 1.213 de guerra, 4.126 de transporte de tropas, 736 unidades de enlace y 864 navíos mercantes. Respecto al material bélico, las pérdidas aliadas fueron enormes, con un total de 59 buques de guerra hundidos, otros 120 barcos dañados, 291 barcazas de desembarco hundidas, 127 aviones aliados derribados y se hundieron 27 carros anfibios en Omaha.

De los 1.213 buques de guerra que participaron en la Operación Overlord, su nombre clave, 200 eran estadounidenses y 892 eran británicos; de las 4.126 naves que se usaron para desembarcar, 805 eran estadounidenses y 3.261 eran británicas.

Las playas de Normandía donde se produjo
el desembarco, el 6 de junio de 1944.
“Operación Overlord” fue el nombre con que se denominó el plan, subdividido a la vez en “Operación Neptune” para lo referente a la parte naval y “Operación Fortune” para referirse a la parte aérea. El desembarco abarcó 4800 kilómetros de longitud de la costa francesa. Aquellas playas también recibieron su nombre de guerra. Fueron Sword, Juno, Gold, Omaha y Utah. En sus costas se vivieron escenas terribles, donde se contó la muerte de 20.000 soldados, entre alemanes y aliados en un solo día, el primero de la Batalla de Normandía.

Las playas de Normandía, además de minas, alambradas de púas, nidos de ametralladoras, barreras antitanque, y toda clase de obstáculos tenían una defensa alemana que consistía inicialmente el 6 de junio en 50.000 infantes de Marina que ascendió al día siguiente a 107.858 soldados alemanes y poco después eran 380.000 hombres.

En aquel día 6 de junio de 1944, Alemania llevaba en guerra 4 años y 9 meses. Las oleadas de lanchas LCVP, atestadas de hombres, se sucedían bajo un fuego infernal, tan intenso que muchos de sus equipos, barcos, tanques, municiones, acabaron en el fondo junto a tantos camaradas. Los jóvenes marinos británicos, tripulantes de las lanchas de desembarco, en ocasiones se asustaron tanto al llegar a la playa que quisieron bajar la rampa antes de tiempo y solo aguantaron a punta de pistola hasta el lugar convenido. Los guardacostas americanos, con más experiencia apagaban los motores para sortear bancos de arena y llegaron hasta la misma playa de arena.

Poco después de las tres de la madrugada una estación de radio-escucha alemana descubre e informa que "gran número de embarcaciones" se hallaban a lo largo de la costa de Normandía. En seguida se ordenó preparar las baterías de costa y disponerlas a abrir fuego. Un poco después de las 05:00, cuando las primeras luces permitieron distinguir vagamente las siluetas de los barcos de apoyo más cercanos, las baterías entraron en acción. Unos cuantos barcos replicaron inmediatamente y a las seis el bombardeo naval previo al desembarco se hallaba en pleno auge.

Las primeras tropas de asalto desembarcaron a las 7.50 de la mañana. Ya en la playa, el fuego enemigo era demasiado intenso para que pudieran hacer nada hasta que llegaran los buldóceres blindados. «Algunos hombres lloraban, otros lanzaban maldiciones», recordaba un joven oficial del 116. º de Infantería. «Yo me sentía más un espectador que un participante real en la operación.» Cuando fueron bajadas las rampas y las ametralladoras abrieron fuego, escribió un sargento originario de Wisconsin, «los hombres caían abatidos como caen las mazorcas de maíz de una cinta transportadora».

Durante el desembarco lo que más estragos causó entre las fuerzas aliadas fue la utilización de ametralladoras alemanas MG 42 desde los acantilados. La playa más difícil de ocupar fue la de Omaha, donde un acantilado de 30 metros cerraba la playa. Además, cerca de allí se encontraba una división alemana haciendo prácticas y las lanchas se desviaron varios kilómetros del punto previsto. En esa playa murieron 6000 estadounidenses y 15.000 fueron heridos, eran el 50 % de los que llegaron en la primera oleada.

Una de las divisiones americanas que participó en la primera oleada de desembarco en la playa de Omaha perdió el 90% de sus hombres. Eddie McCann estaba a cargo de uno de los vehículos anfibios que transportó tropas estadounidenses hacia Easy Red, uno de los 10 sectores en que se dividió la playa.

"Cuando estábamos a unas 300 yardas (unos 275 metros) comenzaron a dispararnos. Hasta ese punto habíamos pensado que podía ser sencillo, uno siempre tiene esperanzas de eso. Pero no estaba preparado para lo que iba a pasar en las otras 100 yardas. Fue increíble. Perdimos unos 2.000 en la primera oleada. Nos golpeaban pedazos de cuerpos, cabezas que volaban, intestinos que se esparcían por toda la playa al lado de los cuerpos. Es difícil hablar de eso, cuando ves a tus hermanos masacrados de la forma en que eran masacrados".

Eisenhower y Churchill creyeron que estaban perdiendo
El primer día, la resistencia alemana fue tan grande que el presidente Eisenhower ya tenía preparado el discurso del «mea culpa», que consistía en un breve discurso para anunciar el fracaso de una operación cuya preparación duró dos años. El texto decía lo siguiente: "Nuestro desembarco no logró un resultado satisfactorio y ordené el retiro de las tropas". "Mi decisión de atacar en este momento y lugar se basó en la mejor información disponible". "Los soldados, aviadores y marinos cumplieron su deber con la mayor devoción y valentía".

"Si hay alguna culpa o falla relacionada con este intento, ésta es sólo mía".

Churchill confesó que «No estaba convencido de que ese fuera el único modo de ganar la guerra», y agregó que, durante la noche del 6 de junio de 1944, estaba convencido de que lo despertarían de madrugada para comunicarle el desastre.

El desembarco se produjo en la Muralla del Atlántico, una serie de fortificaciones, bunkers, posiciones defensivas, barricadas de arena y minas levantadas desde Noruega hasta el sur de Francia, creada por Erwin Rommel y cuyo objetivo era impedir una invasión. La zona del desembarco era sin embargo bastante porosa en comparación con el área de Calais, donde los alemanes esperaban erróneamente que se produjera el ataque.

Precisamente la estrategia de Rommel se basaba en no permitir al enemigo pasar de la arena, sus palabras fueron: “El desembarco se resolverá en la playa, y será el día más largo de toda la guerra”. A lo largo de las playas, costas y calas en Normandía fueron enterradas más de 6.000.000 de minas de tipo Teller y Schuh, alambradas que recorrían la costa de punta a punta, así como bunkers de hormigón y casamatas con baterías costeras, emplazamientos de artillería y nidos de ametralladoras, variando el armamento desde trípodes con automáticas MG-42 hasta cañones de 88 milímetros, incluso grandes piezas mediante raíl Leopold. Se levantaron 10.000 fortificaciones distintas repartidas por puntos muy diversos. Junto a las orillas y en los primeros metros de arena se implantaron caballos de frisia de acero para impedir el paso de vehículos, se clavaron troncos, se fijaron estacas, se cavaron zanjas, se amontonaron piedras, se acoplaron trípodes de hierro y se instalaron unas minas atadas a palos de madera conocidas como los “espárragos de Rommel”. Entre los ingenios inventados por el mismo Rommel que se colocaron en la costa estaban los tetraedros consistentes en hormigoneras de tiro, las “verjas belgas” que soldaban vías ferroviarias, las barras de hierro sumergidas bajo el agua para desgarrar la panza de las barcazas y el uso de minas de porcelana que salían más baratas. Para obstaculizar el salto de paracaidistas se inundaron zonas llanas con el agua de los pantanos. Pero quizá lo más llamativo de la Muralla Atlántica fuese su grueso y largo muro de hormigón vertical que guardaba Europa como si fuese una fortaleza.

El general Omar Nelson Bradley empezó a considerar la posibilidad de evacuar Omaha, si aquella playa caía el resto de la invasión no habría servido de nada y los Aliados sufrirían la mayor derrota de su Historia, pero quedarse significaba la misma catástrofe aunque peor. Todo el mundo tenía los ojos puestos en la playa de Omaha, sabían que si los americanos eran derrotados allí todo habría acabado. Por tanto a los estadounidenses no les quedó más remedio que utilizar la única arma disponible en ese momento: el valor. El último general con vida en la playa, Norman Cota, expresó: “Sólo dos tipos de hombres van a quedarse en esta playa, los que ya están muertos y los que van a morir”.

Si la invasión del Día D fallaba podría haber cambiado la historia y dado lugar a un alto el fuego y posterior tratado de paz entre Alemania y Japón con los Aliados. De no haber acuerdo, con las fuerzas aliadas en estado maltrecho y la Wehrmacht (las fuerzas armadas alemanas) en alerta total, una nueva invasión hubiese sido impensable durante al menos un año.

Mientras tanto, Hitler hubiera concentrado su atención en la guerra contratacando en el norte de Italia y con los rusos en el este. Los soviéticos solo pudieron expulsar a los alemanes de la Unión Soviética tras el desembarco de Normandía, pero en el caso que el desembarco hubiera fracasado se hubieran rendido a los alemanes.

El fracaso del desembarco habría sido un desastre para la causa aliada, ya que Hitler habría tenido oportunidad de disponer de todos los recursos necesarios para vencer: bombas nuevas y misiles de gran fuerza destructiva, con cargas de una tonelada; submarinos de larga distancia que podían haber llegado a la costa oriental de Estados Unidos sin necesidad de repostar, y minas contra las que no existía defensa conocida, cuya fabricación estaba a punto de concluirse (las primeras muestras se emplearon, precisamente, el Día D). Y además, un enorme contingente de aviones, tanques, tropas y armamento –un tercio de las fuerzas de combate de la primera línea alemanas– habría podido hacer frente a la ofensiva oriental soviética, planificada por los aliados como continuación del desembarco normando.

De haber fallado el Día D, toda la historia de postguerra, del Reino Unido, de Europa, de los Estados Unidos, de la Unión Soviética y del mundo, habría sido radicalmente diferente. Conociendo lo que pasó en junio de 1944, puede verse claramente que otra hubiera sido la historia actual.

El desembarco aliado fue un verdadero suicidio de soldados que eran enviados por los Estados Unidos e Inglaterra directamente para ser masacrados. Las pérdidas humanas fueron trágicas, las playas se llenaron de cuerpos flotantes y los bosques plagados de torsos de hombres colgando de su paracaídas. Un infierno hecho realidad. La cifra de aliados muertos fue aumentando hasta el final de la operación el 25 de agosto de 1944, contabilizándose más de 70.000 muertos aliados y cerca de 148.000 heridos y “desaparecidos”. 

La población civil francesa sufrió decenas de miles y miles de bajas durante la operación. Sólo en el bombardeo Aliado de los dos primeros días murieron 800 personas en Caen. De los 60.000 habitantes de esa población, pronto sólo quedaron 17.000 entre las bajas y los refugiados. El 85% de las casas de la localidad francesa de Caen fueron destruidas por las bombas de los aliados. También bombardearon Contentín y otras poblaciones sin necesidad. La cruda verdad del Desembarco de Normandía es que 70.000 civiles franceses murieron en Francia por la acción de los aliados. Coinciden los expertos en que el bombardeo de Caen y de otras ciudades francesas “para liberarlas” fueron innecesarios e inútiles.

Los que llegaron por aire
No todos los hombres llegaron en lanchas a las playas aquel 6 de junio. Antes del desembarco, una gran operación de tropas aerotransportadas fue lanzada detrás de las líneas enemigas. 1.200 aviones con tres divisiones. Algunas compañías tomaron tierra en planeadores Horsa de madera, remolcados por bombarderos Halifax. El aterrizaje de estos frágiles aparatos, cargados con hombres, vehículos y pertrechos varios, fue trágico en algunas ocasiones. Otros se deslizaron hasta el punto correcto, como el Horsa cuyo objetivo era el puente del canal de Caen, que tomaron tras un breve combate.

Los Horsa de madera contrachapada fueron llamados "hearses" (coche fúnebre). Poco después, empezaron a caer paracaidistas por toda la región, en los campos y sobre las poblaciones; algunos tuvieron la mala fortuna de caer junto a cuarteles alemanes o sobre posiciones fuertemente defendidas. Muchos murieron antes de tocar el suelo. Las campanas de 15.000 paracaidistas durante la noche fueron acribilladas a balazos por el fuego de las metralletas.

Los aviones cargados de paracaidistas iban tan solo a 300 metros de altura, al alcance de las baterías antiaéreas. El zigzag de los aparatos para esquivar el fuego lanzaba a los hombres y los equipos de un lado a otro en el interior. Los proyectiles que llegaban a golpear el fuselaje resonaban "como grandes piedras de granizo contra un tejado de hojalata". Un paracaidista que fue herido en las nalgas fue obligado a ponerse de pie para la cura, puesto que se ordenó que nadie quedase a bordo.

Todos iban a saltar, y la orden se cumplió. El problema es que los pilotos no redujeron la velocidad por miedo a parecer mejores blancos, así que, en el momento de saltar, los paracaidistas sufrieron un tirón mucho más fuerte de lo normal. Un paracaidista que consiguió aterrizar vio un avión a tan poca altura que no dio tiempo a que ninguno de los hombres que de él saltaron pudiera abrir el paracaídas. Comparó el sonido sordo de los cuerpos al estrellarse "con el que hace una sandía cuando cae de un camión en marcha".

9.500 aviones aliados de ataque y de soporte tuvieron actividad el Día D. El general Eisenhower, declaró al respecto: «Sin la supremacía adquirida en el aire, no hubiera sido posible que cuatro mil barcos aliados, acompañados por miles de embarcaciones más pequeñas, se acercaran a las costas normandas».

En el desembarco de Normandía, la Luftwaffe (Fuerza Aérea alemana), el 6 de junio de 1944 realizó 319 ataques en total. El Alto Mando aliado llegó a creer que estaban perdiendo la batalla y evaluaban un Plan B para evacuar a los hombres. Pero al anochecer del 6 de junio la cabeza de playa estaba tomada por los Aliados pero habían sufrido la pérdida de 20.000 soldados. Durante las semanas siguientes desembarcaron cientos de miles de soldados más para afirmar las posiciones.

El 25 de agosto de 1944, el ejército alemán tras resistir la invasión durante 77 días, se retiró del lugar dejando 100.000 muertos y otros 140 mil heridos.

Cementerio a los caídos en Normandía, miles
de soldados de Estados Unidos, Inglaterra,
Alemania, Canadá y Francia descansan
en el mismo lugar.
En los cálculos previos a la invasión de Europa en la campaña de Normandía, los Aliados esperaban haber avanzado 80 kilómetros tierra adentro tras 17 días del desembarco. Sin embargo, las fuerzas germanas inferiores en número, lucharon con todo valor y coraje durante 77 días reteniendo a los Aliados casi al borde de la costa francesa. Un ejemplo de heroísmo fue el del soldado ucraniano de 17 años Ali Balabanov que resistió durante horas en su puesto de ametralladora de la playa Sword a oleadas de soldados británicos hasta que fue capturado, lo mismo hizo el coreano Kyoungjong Yang en Omaha hecho prisionero por los americanos.

El avance de casi tres millones de soldados que cruzaron el Canal de la Mancha (1,5 millones de estadounidenses, 1 millón de británicos y canadienses, 175.000 tropas de la Commonwealth y 44.000 voluntarios de las distintas fuerzas libres europeas, entre ellos únicamente 256 franceses), desde Gran Bretaña hasta la Francia ocupada era prácticamente incontenible. Pero su desembarco inicial les había costado muy caro, fue el más sangriento de la historia.

Algunos de los barcos aliados hundidos en junio de 1944
Fueron 59 el número de barcos aliados hundidos del 6 al 30 de junio de 1944. Otros 120 barcos aliados quedaron dañados del 6 al 30 de junio de 1944.

La batería alemana de Saint Marcouf, con un
cañón de 210 mm, que hundió al destructor
norteamericano Corry. Recién pudo ser
tomada por los aliados el 21 de junio.
Entre ellos se puede citar al destructor USS Corry (DD-463), de 1630 toneladas, que se hunde el 6 de junio de 1944. 24 muertos y 60 desaparecidos. Hay discrepancias sobre la causa de su hundimiento, mientras unos afirman que fue por un certero disparo de un cañón alemán de 210 mm en la costa de Normandía, la batería de Saint-Marcouf (Crisbecq), cuyos disparos tenían un alcance de 30 kilómetros. Otros dicen que fue por el choque de una mina.

La fragata inglesa HMS Lawford, de 1140 toneladas, hundida en Normandía el 8 junio 1944 por un avión alemán mientras servía de buque de mando. Murieron 37 hombres.

El destructor británico HMS Boadicea (H 65), de 1360 toneladas fue hundido el 13 de junio de 1944 por ataque aéreo a 12 millas al sur-oeste de Portland Billen, Normandía. De una tripulación de 138 hombres solo sobrevivieron 12.

La fragata inglesa HMS Halstead, hundida el 11 junio 1944 por lanchas torpederas alemanas de la 9° flotilla en el Canal de la Mancha. Declarada pérdida total.

La HMS Blackwood fragata inglesa de 1140 toneladas, hundida el 15 de junio de 1944 por el U-764 en el Canal de la Mancha.

La fragata inglesa de 1370 toneladas HMS Mourne, hundida por el submarino U-767 el 15 junio 1944 en el Canal de la Mancha. 111 muertos y 27 sobrevivientes.

El submarino HMS Sickle (P 224), de 990 toneladas, hundido el 18 de junio de 1944 por una mina en el Canal de Antikithera, Grecia. Murieron sus 48 tripulantes.

Hundimiento del destructor inglés
HMS Swift, el 24 de junio de 1944.
El destructor inglés HMS Quail (G 45), de 1720 toneladas, hundido el 18 de junio de 1944 por una mina al sur de Calabria, Italia.

El 19 de junio es hundido el mercante armado holandés Garoet de 7.118 toneladas por el submarino U-181.

El destructor HMS Swift (G 46), de 1737 toneladas se hunde el 24 de junio de 1944 por el choque con una mina en Normandía. 53 muertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario