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lunes, 9 de febrero de 2015

MURIÓ EL GRAN ILUSIONISTA RENÉ LAVAND QUE REALIZÓ UNA CARRERA EXTRAORDINARIA POR EL MUNDO

El famoso mago, reconocido mundialmente por utilizar solo su mano izquierda para realizar sus trucos, murió a los 86 años en la ciudad de Tandil, el sábado 7 de febrero por la mañana.

René Lavand en su casa de Tandil.
Lavand perdió la mano derecha en un accidente siendo un niño. Lejos de dejarse derrotar por tal circunstancia, practicó obsesivamente desde su infancia hasta alcanzar un completo dominio de la baraja y ser reconocido como uno de los más grandes ilusionistas de la historia. Pero la atracción de sus espectáculos no radica en su particularidad física sino en las asombrosas historias que relataba mientras manipulaba la baraja con una sola mano.

Lavand ha sido reconocido como uno de los
más grandes ilusionistas de la historia.
El viernes Lavand ingresó en la Nueva Clínica Chacabuco de la ciudad bonaerense de Tandil, donde falleció al día siguiente a causa de una neumonía. Su verdadero nombre era Héctor Renato Lavandera, había nacido en Buenos Aires el 24 de setiembre de 1928. Vivió en Tandil desde su infancia hasta su fallecimiento. El intendente de dicha localidad decretó tres días de duelo por la muerte del gran ilusionista.

De origen español, era el único hijo del inmigrante asturiano Antonio Lavandera (viajante de comercio y zapatero) y de la vasca Sara Fernández (maestra de escuela), la familia vivía en la ciudad de Buenos Aires. En 1935, contando con siete años, su tía Juana lo llevó a un espectáculo, en el teatro Avenida, quedó asombrado con la presentación de un mago llamado "Chang". Durante meses, no se habló en esa casa de otra cosa: durante el desayuno, Chang; durante el almuerzo, Chang; en la merienda y en la cena: Chang. Luego, un amigo de la familia le enseñó un juego de cartas. Al tiempo, la zapatería del padre quebró y la familia se mudó a Coronel Suárez.

René Lavand recuerda que la primera inspiración
para ingresar al mundo del ilusionismo fue en
1935, cuando una tía lo llevó a ver el
espectáculo del mago "Chang".
En febrero de 1937 René tenía nueve años, durante los carnavales, cuando cruzaba una calle cerca de su casa con sus amigos, un joven de diecisiete años que manejaba el auto de su padre lo atropelló aplastándole su brazo derecho (siendo que él era diestro). Se salvó parte del brazo, quedando un muñón de once centímetros a partir del codo.

La rehabilitación del niño duró un año. Lejos de dejarse derrotar por la circunstancia de su accidente, Lavand practicó con los naipes obsesivamente desde su infancia  y para ello debió seguir un camino autodidacta porque "todos los libros y técnicas son para magos de dos manos", decía.


El gran ilusionista en su casa de Tandil.
En 1943, a los 14 años la familia se muda a la ciudad de Tandil porque sus padres querían que cursara la escuela secundaria y la más cercana estaba en Tandil. Un amigo de su padre le regaló el libro Cartomagia, de Joan Bernat y Fábregas, y le ayudó a depurar todavía más una técnica que llegó a ser única. Nadie más era capaz de hacer magia con una sola mano.

René Lavand a los 32 años.
En 1955 su padre murió de cáncer y el peso de las deudas, de la casa y de la madre cayó sobre él. Su madre le decía: "Muy lindo esto de la barajita pero ¿qué vas a hacer con tu vida?". Salió a buscar empleo y consiguió uno en el Banco Nación. Pasó allí los siguientes diez años de su vida. En algún momento conoció a una mujer llamada Sara Dellaqua y se casaron. Tuvieron dos hijas: Graciela y Julia. Mientras tanto, en los ratos libres seguía practicando con las cartas.


El ilusionista argentino
cosechó el reconocimiento
en todo el mundo.
En 1961 con 32 años, ganó una competencia de ilusionismo en la especialidad llamada manipulación. Le ofrecieron debutar en Buenos Aires. Se lanzó como profesional actuando en la televisión y teatros de Buenos Aires  como el Tabarís, El Nacional y el Maipo que lo incluyeron en sus espectáculos de varieté. Se rebautizó René Lavand. Su debilidad se había convertido en su mayor fortaleza. Su madre lo vio triunfar y a lo grande porque vivió hasta los 86 años, la misma edad en la que murió Lavand.

En la televisión argentina fueron famosas sus apariciones en programas como El show de Pinocho de Juan Carlos Mareco, al que siempre reconoció como su padrino artístico, Lavand inició en los años 60 una carrera extraordinaria. Fue invitado a Sábados circulares de Pipo Mancera, además de tener luego sus propios ciclos como el Mano a mano con René Lavand. Recorrió el mundo, fue aplaudido en Las Vegas, participó en los programas televisivos más vistos de Estados Unidos como el Ed Sullivan Show y The Tonight Show con Johnny Carson, que tenían una audiencia de 50 millones de televidentes. Además, se presentó en Hollywood, en 1962 en Nueva York, en todas las grandes ciudades del continente americano, llegó a Europa en 1983 y hasta en Australia y Japón. Lavand cosechó reconocimientos en todas partes.

En 1965 ya era imparable: hizo una temporada en Ciudad de México y sus giras latinoamericanas empezaron a ser frecuentes. Llegó a actuar en Brasil y ser entrevistado en su televisión. Actuó en numerosos cruceros donde era fervorosamente aplaudido. El público se rendía ante esa mano que hacía aparecer y desaparecer los naipes, mientras una voz magnética contaba la historia de un viejo tramposo del sur de Estados Unidos, de un mago oriental encerrado en una mazmorra, de un tahúr obligado por su mujer a ganar una fortuna antes de la medianoche.

"Yo no puedo enseñarle nada. Sólo
mostrarle", decía René.
“Discípulos he tenido pocos. Lo primero que hago, cuando viene alguien a verme para que le enseñe, es escucharlo, ver cómo camina, cómo se sienta, cómo saluda. Pero yo no puedo enseñarle nada. Sólo mostrarle. Andrés Segovia estaba tres meses para sacar un acorde. Esto es lo mismo”, comentó en una entrevista.

La atracción de los espectáculos de Lavand no radica exclusivamente en la asombrosa manera en que ha superado su discapacidad, sino en las historias (escritas en su mayoría por sus amigos Rolando Chirico y Ricardo Martín) con las que viste sus ilusiones, y en su expresivo manejo de la pausa y el silencio como recursos dramáticos.

"No se puede hacer más lento",
era una de sus frases predilectas.
Su juego más famoso es la versión que realiza de un clásico de la prestidigitación llamado "Agua y aceite"; tres cartas rojas y tres cartas negras que, dispuestas una y otra vez de forma alternada, terminan siempre juntas, enfiladas: rojas por un lado, negras por el otro. Si el lugar común que sostiene la magia dice que es posible que sucedan cosas como ésas porque la mano es más rápida que la vista, Lavand metió el dedo en esa llaga e hizo lo contrario: exacerbó la lentitud de esa composición de apariencia sencilla, llamó a esa técnica “lentidigitación, acuñando una nueva palabra que, en contraposición a la prestidigitación, define a la ilusión ejecutada lentamente a fin de llevar la imposibilidad a su máxima expresión. En este truco utiliza una de las frases que definen su arte: "no se puede hacer más lento".

Otra de sus frases recurrentes en sus presentaciones en televisión, al enfrentar algún plano medio de cámara es "La cámara implacable no me deja mentir...".

Lavand siempre se caracterizó por la
búsqueda de "la belleza de lo simple"
.
Otros conceptos clave de su arte son "añadirle belleza al asombro", y la búsqueda de "la belleza de lo simple". Lo primero lo consigue a través de los cuentos, poesías y música que utiliza en sus presentaciones. Y lo segundo, llevando sus movimientos, gestos y palabras a lo esencial, logrando así un mayor asombro y disfrute por parte de los espectadores. La ilusión en la que más lo consigue es -según sus propias palabras- "Las tres migas": en ella tres migas de pan aparecen una y otra vez dentro de un pocillo de café, a pesar de haber sido claramente arrojadas fuera de la mesa.

"Magia es la fascinación del artista con la que logra la comunicación con su público; de modo que si dicen que tengo magia en escena me halagan pero no me gusta que me digan mago, eso confunde", aclaraba en las entrevistas el Maestro Lavand.

Estatua de René Lavand junto al gran maestro
en los jardines del Palacio Municipal de Tandil.
Tenía algunos "discípulos" como prefería llamarlos, que lo visitaban en su casa de Tandil para aprender su arte de cerca; para ello acondicionó un vagón de tren de madera que utilizaba como salón de magia. Lavand tenía llamativas colecciones de sombreros y paraguas. Se enorgullecía de esa casa, en la que podían verse desde unas 500 especies vegetales, cuidadas con esmero por el artista y su última compañera es su tercera esposa, Nora Gómez, después de dos divorcios (su segunda mujer fue Norma, con la que tuvo a Lauro y Lorena, de la que también se divorció). Lavand deja cuatro hijos y cuatro nietos.

También ha grabado varios videos, y publicado ocho libros técnicos para sus colegas. Para el público en general escribió sus memorias: Barajando Recuerdos. En ellas cuenta anécdotas de una vida dedicada a recorrer el mundo llevando su arte único, junto a la transcripción de algunas de las historias que cuenta en sus juegos.

El documental sobre la vida
de Lavand, de 74 minutos
realizado en 2013.
En 2002, Lavand interpretó a un veterano dueño de bar y villano de barrio en el filme policial argentino Un oso rojo, dirigido por Adrián Caetano, y fue nominado al premio Cóndor de Plata de la Asociación de Críticos Cinematográficos como Mejor Revelación Masculina.

El 15 de diciembre de 2012 la ciudad de Tandil lo homenajeó con una estatua ubicada en los jardines del Palacio Municipal.

En el festival BAFICI del año 2013 se estrenó la película documental El gran simulador, de Néstor Frenkel, que relata su vida.

El prestidigitador español Juan Tamariz Martel lo calificó como "poeta de las cartas".

El gran maestro René Lavand se convirtió
en leyenda.
Decía Lavand: “Ilusionismo, ilusión. ¡Qué bien suenan estas palabras! Me gustan más que magia, magos, prestidigitación, prestidigitadores. Me gustó el término de por sí y además, a mi juicio, es el que más se adapta para calificar nuestro arte, pues somos precisamente eso: creadores de ilusiones. ¡A lo que puede hacernos llegar una ilusión!

Hay que destacar que el 7 de febrero, Lavand alcanzó la perfección, al lograr el máximo truco al que aspira todo maestro del ilusionismo, lograr desaparecer y que todos lo recuerden convirtiéndose en una leyenda del mundo de la magia.

Por Alberto Seoane


A continuación varios videos donde cuenta su vida y muestra algunas de sus habilidades, el primero, una muy buena entrevista realizada en 2011:

Vidas Consagradas - René Lavand - parte 1

Video del 2006


Video de 2008
Rene lavand - las bolas

René Lavand - El Gran Simulador Película-Documental

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