HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


miércoles, 2 de octubre de 2013

REVELAN EN ECUADOR LA MASACRE DE UNA TRIBU AMAZÓNICA

Se trata de la matanza de 20 integrantes de la tribu tagaeri-taromenani y el secuestro de dos niñas. La petrolera Texaco muy pronto explotará pozos de petróleo en el territorio que habitaban estos indígenas.

Un integrante de los tagaeri-taromenani
muerto a lanzazos por rechazar
contactar con otras tribus.
El lanzamiento del libro Una tragedia ocultada, revive la matanza de al menos 20 miembros de una tribu amazónica no contactada y el secuestro de dos niñas, de 3 y 7 años, tomadas como trofeos de guerra, ha sembrado la polémica en Ecuador. En más de 220 páginas, la publicación cuenta cómo los agresores se adentraron en la selva y realizaron una cacería humana el pasado 30 de marzo de 2013. Se titula Una tragedia ocultada, justamente porque –según sus autores- el Estado ha puesto un velo de misterio sobre este hecho y hasta ahora no ha sancionado a los culpables. Como remate, un amago de censura de la obra por parte de la Defensoría del Pueblo ha desatado la indignación. 

Los waorani, autores de la matanza de sus
vecinos nómadas en el Parque Yasuní.
Los atacantes fueron los waorani, pueblo que fue contactado por una misión evangélica en los cincuenta, el Instituto Lingüístico de Verano, poco antes de que la petrolera Texaco entrara a sus territorios ancestrales. La evidencia son las fotos que ellos mismos se sacaron durante la expedición y que luego circularon como una prueba de su hazaña. Las víctimas eran miembros de los tagaeri-taromenani, pueblos nómadas que han rechazado el contacto con la civilización occidental y que viven en las profundidades de la Amazonía.

Miguel Ángel Cabodevilla, el sacerdote
capuchino que denunció la masacre selvática.
No era la primera vez que estos pueblos se enfrentaban. La matanza de marzo pasado tuvo un antecedente el 26 de mayo de 2003, cuando los waorani dieron con la casa de los tagaeri-taromenani y nueve de ellos, ajusticiaron a 10 mujeres y cinco niños con armas de fuego y lanzas. La noticia trascendió las fronteras de la selva, pero el Estado ecuatoriano se mantuvo al margen. 

Conflicto permanente para quitarles las tierras
Los Taromenani y los Tagaeri son los dos únicos pueblos amazónicos del Ecuador que rechazan el contacto con la "civilización" y tienen que enfrentarse también con los blancos que están detrás de la explotación petrolera y la tala ilegal en el Parque Nacional Yasuní. De hecho, el 28 de octubre de 2002 murieron lanceados dos madereros ilegales. El 11 de setiembre de 2005, el maderero ilegal Johnny España falleció lanceado por indígenas aislados, a pocos kilómetros del límite del Parque Nacional, tenía clavadas 35 lanzas. El 12 de abril de 2006, el maderero William Angulo murió con nueve lanzas clavadas tras ser atacado en la selva por indígenas desconocidos.

Las lanzas clavadas en los cuerpos
de los taromenanis eran de
procedencia waorani.
El 15 de febrero del 2008, autoridades del Ecuador acordaron investigar un reporte que indicaba que cinco miembros de los Taromenanis y Tagaeris fueron asesinados por taladores ilegales, sin embargo no se ha llegado a ninguna conclusión por parte del Estado Ecuatoriano. El 2 de marzo de 2008 el maderero Luis Castellanos, de 37 años, falleció luego de ser lanceado en el asentamiento Armadillo. El 10 de setiembre de 2009, Sandra Zavala y sus dos hijos de 18 y 12 años murieron en un ataque con lanzas cerca de la Plataforma petrolera Hormiguero Sur. El 5 de marzo de 2013 el waorani Ompure Omehuay y su esposa mueren tras ser atacados y lanceados muy cerca del Parque Nacional. Se le adjudica la culpa a los taromenani y por ello se desató la masacre del 30 de marzo.

La comunidad waorani argumentó que manejaría todo bajo sus leyes y que perdonaba a los asesinos por ser la primera vez. Nunca se supo el origen de las armas y el fiscal encargado del caso hizo un informe en el que llegó a argumentar que las víctimas –tribus no contactadas- no tenían un documento de identificación y, por tanto, no era posible avanzar en la investigación.

El Parque Nacional Yasuní donde el
gobierno ecuatoriano licitará áreas para
la explotación de petróleo.
El libro Una tragedia ocultada quiere que la segunda matanza de los tagaeri-taromenani no quede impune, por eso en sus primeras páginas se señala con contundencia que han pasado más de seis meses y que hasta ahora no ha habido una explicación oficial sobre las muertes de marzo pasado.

El sacerdote navarro Miguel Ángel Cabodevilla, es uno de los autores del libro y quizás el mayor conocedor de las tribus de la zona por su labor de misionero capuchino en la Amazonía desde 1984 cuando llegó a Ecuador, sugiere que hay más interés en silenciar los pormenores de la matanza que en desvelarla. "A mí me parece ilógico que en un sitio tan pequeñito, donde todos se conocen, donde todos saben qué hizo el otro, no se haya averiguado nada", dijo a la prensa. 

Cabodevilla hizo la denuncia de la matanza
que está impune y la justicia ecuatoriana
intentó impedir la venta del libro.
A Cabodevilla también le preocupa el mensaje que se está mandando a los secuestradores de las niñas taromenani-tagaeri, de cinco y ocho años. "Si a un secuestrador, el Estado le permite quedarse con las niñas raptadas, la mente de ese señor no va entender cuál es la ley ecuatoriana, la situación de las niñas debería llamar la atención", dice el misionero.

Los 20 tagaeri-taromenani fueron asesinados
el 30 de marzo de este año y aún no se
detuvo a nadie. Vivían donde ahora se
están instalando multinacionales petroleras.
La matanza de las personas no contactadas, muchos de ellos niños, aumenta la polémica por la supervivencia de estos pueblos. En esta discusión también está la inminente explotación de los dos bloques petroleros del Parque Yasuní, que se debate en el órgano legislativo de Ecuador desde el 15 de agosto. Los taromenani-tagaeri viven en una parte de esta reserva natural, en una zona declarada intangible en 1999, aunque sus límites se fijaron en 2007. Los pozos petroleros que se abrirán están en los bordes de esta área. El movimiento indígena Pachakutik se opone a la explotación en el Parque Nacional.

Algunos integrantes de la tribu ecuatoriana de
los Tagaeri, que rechazan el contacto con
otros pueblos.
El día del lanzamiento de Una tragedia ocultada, llegó hasta el lugar del acto una providencia judicial que prohibía su distribución. Este documento había sido firmado 15 minutos antes y los asistentes en seguida calificaron la acción judicial de "censura". La resolución había sido motivada por la Defensoría del Pueblo, argumentado que en la promoción del libro aparecía la foto de una de las niñas secuestradas y que esto vulneraba sus derechos. Además había la sospecha de que en el libro aparecían más fotografías y datos que podrían llevar a la identificación de las niñas, pero lo cierto es que las menores aparecen con rostro velado y no se citan sus nombres. La primera reacción en la sala tras escuchar lo que decía el oficio judicial fue descalificar al Gobierno. "Fascista", gritó una voz entre la audiencia. Esto se reflejó inmediatamente en las redes sociales, donde se llegó a distribuir la versión digital del libro.

Un manifestante protesta contra Rafael Correa
por no castigar las masacres de indígenas.
La lectura que hicieron los medios de comunicación locales fue política y hablaban de un caso de censura inédito. Todo cambió cuando el presidente Rafael Correa se solidarizó con los autores del libro por "la imposición de una ilegitima censura previa" y expresó su desacuerdo con la acción judicial en un comunicado en cuyas líneas finales se leía: "Quienes estamos comprometidos con la promoción de la educación, el pensamiento y la razón no podemos silenciarnos ante la censura, desde ningún punto de vista".

Cabodevilla denunció que desde
el 30 de marzo, el gobierno no
investigó nada y trata de
ocultar la tragedia en la selva.
La Defensoría del Pueblo se limitó a subir un comunicado en su portal en el que indicaba que sus competencias eran la promoción y defensa de los derechos humanos y que había solicitado la medida cautelar porque las niñas en cuestión están dentro del Sistema de Protección a Víctimas y Testigos de la Fiscalía y que por esto ni su nombre ni su imagen pueden aparecer en un medio de difusión masivo.

Las críticas contra este organismo de Derechos Humanos no se hicieron esperar, sobre todo, porque hasta ahora no se había pronunciado sobre la matanza de los clanes no contactados ni sobre el secuestro de las niñas sobrevivientes. Gina Benavides, coordinadora del Programa de Derechos Humanos en la Universidad Andina Simón Bolívar, dijo que le sorprendió la actuación de la justicia y más de la Defensoría del Pueblo. "La Defensoría no ha dicho nada sobre que las niñas sigan en manos de sus captores y es cuestionable que vaya en contra de los derechos de las personas que quieren difundir la situación de las comunidades indígenas y de las niñas raptadas".

El presidente Correa entregó áreas del Parque
Nacional Yasuní para la explotación por 
Texaco, 
Petrobrás y Repsol, entre otras empresas.
Con toda esta presión social y política, la Defensoría del Pueblo no tuvo más remedio que recular. El viernes 27 de setiembre, su delegado se reunió con los autores del libro y cuando se comprobó que en la portada no salía la foto de una de las niñas y que en las páginas interiores se ocultaba su rostro y sus datos, pidió la revocatoria de las medidas cautelares. El libro ya está en las librerías.

Milagros Aguirre, periodista y coautora del libro, lamentó durante estos días que la polémica se armara en torno a la censura de la publicación, cuando su intención era que la sociedad discuta sobre la matanza de los taromenani-tagaeri y que el Estado cumpla con el mandato de proteger a estos pueblos en aislamiento voluntario, que son una riqueza etnológica.

Sudamérica es la región con más
pueblos no contactados del mundo.
El primer efecto de la publicación del libro ha sido la citación del misionero capuchino a la Fiscalía General. Su testimonio y toda la documentación que reunió para escribir el libro serían claves dentro de la investigación. Cabodevilla ha prestado declaración y espera que su aporte sirva para esclarecer el caso, que lleva parado seis meses.

Se estima que existen unos 150 a 300 Taromenanis y unos 20 a 30 Tagaeris, que aún mantienen el nomadismo en las pluviselvas, practicando su cultura ancestral. Los Tagaeri hasta hace poco eran parte de los Waorani, descienden de Taga, un waorani que en 1956, cuando fueron asesinados cinco misioneros estadounidenses, junto con otros 40 de su tribu, se adentraron en lo profundo de la selva para no tener contacto con la "civilización". El 21 de julio de 1987 el obispo Alejandro Labaka y la monja Inés Arango se descolgaron desde un helicóptero en lo más profundo de la selva, cerca del río Tigüino para "evangelizar" a las tribus aisladas. Murieron ambos acribillados a lanzazos por los Tagaeri que deseaban seguir viviendo libres en su selva. 

Para mayor información sobre tribus no contactadas en Ecuador y en el resto del mundo vea el siguiente informe:

Los no contactados




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